El pasado Domingo 22 de Octubre, se celebraron elecciones parlamentarias en Túnez y Suiza. Ambas han sido importantes (las elecciones libres siempre lo son) y significativas por el resultado.
TUNEZ
Especialmente importantes las elecciones en Túnez, para la Asamblea Constituyente. Es la primera vez que un país árabe celebra elecciones libres. Ha habido intentos, antes: en Argelia o incluso Marruecos, en Líbano o incluso en Kuwait; pero siempre muy intervenidas por el gobierno o mediatizadas por el poder (que no es lo mismo) o por los países vecinos.
Esta vez en Túnez, la revolución en la calle y caída del régimen de Ben Alí han permitido unas elecciones libres. El resultado ha sido también importante. Ha vencido En Nahda (Renacimiento), islamista moderado, aunque muy por debajo de la mayoría absoluta (90 de 217 diputados). Le siguen varios partidos laicos de centro o socialdemócratas: Congreso por la República (socialista pan-árabe) 30, Foro Democrático (socialdemócrta) 21, Petición Popular (centrista y próximo al régimen laico anterior) 19 y Partido Demócrata Progresista (liberal y encabezado por una mujer) 17.
Los periódicos han destacado varias tendencias. Primero, arrasadora mayoría de los partidos sin conexiones con el anterior régimen. Segundo, moderada victoria islamista: Nahda se presenta como moderado y respetuoso con la democracia (¿como en Turquía?) y ha ganado, pero no arrasado. Tercero, aparición de un “polo” de partidos laicos: liberales, socialdemócratas. Elección importante, que nos enseña cosas que quizá ya sabíamos: las dictaduras (militares y partido único) no son populares; los islamistas son una fuerza decisiva, aunque no hegemónica; más de la mitad del electorado quiere un país laico y moderadamente reformista. Estas enseñanzas se podrían aplicar los otros países árabes.
Quizá lo más importante será la experiencia de gobierno islamista: ¿Se convertirá En Nahda en un partido “demócrata-musulmán”, como varios partidos de la derecha europea se convirtieron en demócrata-cristianos? Esperemos que sí: facilitaría la imparable evolución hacia la democracia de los demás países árabes y ayudaría a la paz en el Mediterráneo.
SUIZA
Las elecciones en Suiza han sido también importantes. Pero no históricas: no es lo mismo la primera elección democrática en toda una región, que la rutina y precisión electoral de un país, que vota cada cuatro años, desde hace ciento cincuenta.
En Suiza, la gran incógnita ere el resultado electoral del Partido Popular Suizo / Unión Democrática de Centro (SVP / UDC), tradicionalmente agrario y centrista, pero “asaltado” (y controlado desde hace años) por la derecha dura y xenófoba. Con este ideario, han ido creciendo hasta convertirse en el mayor partido suizo; y han polarizado la política suiza entre ellos y “los demás”: liberales / democristianos / socialdemócratas.
La incógnita preelectoral era cuánto crecería el SVP, a costa de los partidos centristas tradicionales: democristianos y liberales. La sorpresa ha sido que ha bajado en votos y escaños. El SVP ha obtenido 54 escaños de 200. Seguido por los socialistas / socialdemócratas 46, los radicales (liberales) 31, democristianos 28 y verdes 15 y liberales 12.
El resultado es significativo. Los suizos se empiezan a cansar de discursos radicales, populistas y xenófobos.
El SVP / UDV vence, pero se aleja de la mayoría absoluta, incluso retrocede. En consecuencia, se refuerza el “polo” de los partidos tradicionales, moderados de centro derecha y centro izquierda. Se refuerza, pues, una alternativa de respecto y convivencia, que los suizos aprecian.
¿RASGOS COMUNES?
Las diferencias entre Túnez y Suiza son enormes: geográficas, religiosas, históricas, culturales y políticas. Las alternativas políticas eran absolutamente distintas y elecciones han dado resultados muy distintos. Aún así, puedo ver rasgos comunes.
Túnez y Suiza son países pequeños, con vecinos mucho mayores, y nunca han marcado la línea de sus respectivos continentes: Europa Occidental y el Mundo Árabe. Siempre han sido poco importantes y excepcionales (Túnez, el país árabe más laico, Suiza, el país más democrático y estable de Europa).
Ambos salen de las elecciones con un gran partido, difícil de asimilar: populista nacionalista en un caso, islamista en el otro. Sin embargo estas opciones no arrasan: tienen enfrente a más de la mitad del electorado, laico, internacionalista; y obtienen menos votos de lo esperado. Situaciones interesantes, que nos permiten esperar que los populistas se moderen y los islamistas se adapten a la democracia; o, en ambos casos, los partidos moderados ganen más terreno todavía.
Quizá la paz y de Europa, del Mundo Árabe y del Mediterráneo, como frontera de ambos mundos, dependa de esta evolución. Esperemos que los europeos moderen su voto y acepten la diversidad dentro y fuera de sus fronteras; y los árabes afiancen la democracia y participen los islamistas como opción respetuosa de la libertad.
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