Este
Agosto, Beth, su hermana Mercè y yo hemos estado viajando por la
Hungría de provincias. Iré “colgando posts” en este blog, con
mis Sensaciones de Hungría.
Después
de pasar unos días en Budapest, con nuestra amiga Carmen, nos
adentramos en la otra Hungría: las provincias.
En las fotos, Carmen, Mercè y Beth.
El viaje por la provincia nos ha permitido tener visiones distintas a las de Budapest. Cada zona de Hungría es distinta, aunque tienen cosas en común.
Las
provincias húngaras tienen pocos restos históricos palpables,
anteriores a la Edad Moderna. En cambio, comparten una tradición de
frontera cristiana, frente a invasiones mogolas y turcas (que fomenta
el actual gobierno de derecha).
Comparten
la profunda y larga influencia Haugsburgo (Austria, el Barroco, los
pueblos trazados a cordel, la cultura católica). El
monasterio de Pannonhalma es un buen ejemplo: cerca del Danubio, en
en una montaña, iglesia gótica, convento barroco y biblioteca rococó.
Beth
y Mercè se pasean por la biblioteca, con aire investigador.
Comparten
también la reacción nacionalista húngara del S. XIX y XX
(curiosamente, plasmada en edificios “Sezession”, de influencia
austríaca).
En
todas las ciudades, se ven también los antiguos edificios
soviéticos, como cajas de cartón, de los años 1950 y 1960. Beth y
Mercè, ante un edificio de viviendas soviéticas de Eger (el
Nordeste).
También comparten un estilo de comida: goulash o pollo a la paprika o la sopa de fruta; o la ignorancia de otros idiomas y el recelo frente los turistas. Comparten un ritmo pausado de la vida y consiguiente mal servicio, el poco griterío y ruido, el ambiente pre-turístico … incluso en las zonas turísticas.
También comparten un estilo de comida: goulash o pollo a la paprika o la sopa de fruta; o la ignorancia de otros idiomas y el recelo frente los turistas. Comparten un ritmo pausado de la vida y consiguiente mal servicio, el poco griterío y ruido, el ambiente pre-turístico … incluso en las zonas turísticas.
Beth descansando en Debrecem (la
Gran Llanura). 40 grados a la sombra.
Nos
impresionó la belleza del campo, poco destruido por edificios y
urbanizaciones; verde y cultivado en las llanuras del Centro y el
Sur, boscoso en las colinas y montañas del Norte.
No
en balde el país está lleno de lagos, ríos (el Danubio y otros) y
fuentes y corrientes subterráneas.
Los
elementos comunes no ocultan las diferencias regionales. De esto hablaré mañana.
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